13 abril 2011

Una exposición histórica. 1.995

La Exposición "histórica" 1995



Con el paso del tiempo, el tiempo que es el que hace al arte, se agiganta el recuerdo de los maestros que compartieron esta Exposición con Jorge Tello. Así lo relataba Cristina Suárez en el catálogo de "Médicos sin Fronteras. Universidad de Oviedo". Seguramente, conozcáis muchos nombres, muchas de sus obras y cuáles son sus merecidos lugares en las enciclopedias. 



…seriada en motivos pero de diferentes facturas de Elena  Álvarez y los inconfundibles espacios matéricos de Encarna Díaz. La fuerza expresiva y llena de talento de Encarna Robles se conjuga con un Velasco más  conceptual, la intelectualidad casi empírica de la obra de Duly García que, en esta ocasión, se traduce en un contenido cromático altamente atractivo y el contrapunto de la fluidez matérica sin grandes condicionantes de Mariano Matarraz. Por último destacar el buen hacer de dos pintoras dispares en la expresión como son Carmen Tamargo y Paz Balmori pero que siempre logran con sus propuestas ese toque de atención hacia el buen hacer, y la innovación de los contenidos a través de propuestas formales que se identifican con una trayectoria artística innegable. En este mismo sentido destaca la labor del santanderino Antonio Acebo por la fuerza de sus manifestaciones que vinculan ya con el siguiente apartado de la muestra. 

Dentro de las propuestas plásticas que enlazarían con la vanguardia, confiriendo a la obra de arte una contemporaneidad específica unida a un carácter más íntimo sin renunciar a todos los procesos compositivos que dieron lugar a la renovación del arte hacia el marco moderno, nos encontraríamos con el expresionismo puro y diletante, lleno de fuerza y no exento de dramática sensibilidad de Marga Sancho, la magistral abstracción de Bernardo Sanjurjo, maestro de maestros. 

La propuesta visual de las tintas de Alejandro Hieres, el marcado apasionamiento plástico de Azucena Ceñal, todo ello unido a las sugerencias infantiles a través de la mancha abstracta de Manolo Grande y a la singularidad de Manuel Iráculis, con su representación cósmico-espacial de hombre y máquinas en una sugerente y fantástica metrópolis. 

No podemos por menos que destacar la obra de Tello cuyo marcado carácter y personal impronta no puede pasar desapercibida, ni la maestría de un Barjola lleno de encanto. 

Por último citar la atrayente obra de Urculo, el limpio grabado de Chillida, la serigrafía de un Joaquín Camín que siempre nos descubre nuevas facetas, las nuevas apuestas estéticas de Pilar Rodal y la contribución de Nieves García con un grácil y delicado punto de luz a la acuarela, para finalizar con la prueba de artista rotunda del "Quijote" de Bastillo. 

En definitiva, todo el atractivo estilístico, toda la cascada de color, la abundancia de la creatividad, del buen hacer y de la belleza se une en un solo instante de magia, sin duda alguna los cuadros que componen esta exposición son más que una excelente colección de obras, son el espíritu del arte al servicio de la sociedad.
Cristina Suárez

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